Érase una vez dos pajaritos que vivían plácidamente en la bella ciudad de Valenciastán. Uno era el pajarito Asier, que llevaba varios años en el nido, sin otro cometido que habitar tranquilamente y con el alpiste asegurado. El otro era el pajarito Fernándes, que era muy aficionado a los vuelos nocturnos, hasta que le cortaron un poquito las alas.
Un buen día el encargado de cuidar el nido, que era un pardal bobo al que llamaban Emérito, se cansó de los dos pajaritos y quiso echarlos de la ciudad.
El pajarito Asier se disgustó mucho porque no quería abandonar un nido donde tantos años llevaba pegándose la vida padre. Incluso llegó a alegar que padecía de vértigo, (que es lo peor que le puede pasar a un pájaro), pero al final no tuvo más remedio que migrar a Valladolid.
El pajarito Fernándes, en cambio, aceptó encantado volar a Italia, puesto que quería prepararse para participar el siguiente verano en una competición de altos vuelos en Sudáfrica.
Pero hete aquí que en Italia lo rechazaron, diciendo que tenía una pata fracturada, cuando él había llegado incluso a volar durante más de cuarenta minutos con una rotura a la altura de la garra, y sin decir ni pío.
Total, que el pajarito que se quería ir se tuvo que volver y el que se quería quedar se tuvo que ir.
Moraleja: Para una vez que podíamos matar dos pájaros de un tiro, va y se nos jode la escopeta.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
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1 comentario:
Y hoy por poco el pajarito Asier nos mete un huevo en el nido. Si no es por cesar...
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